¿Sabes que una piel seca no es una piel deshidratada?
Tengo la piel seca, es un hecho. Yo soy así (me pasa igual con el pelo pero eso no me importa tanto). Y a esta característica intrínseca mía achacaba yo la sensación de deshidratación que me sobreviene cuando vuelvo a Madrid desde la playa. Pues resulta que no es la piel seca la culpable de mi incomodidad sino la deshidratación. Cualquier persona con piel grasa puede atravesar momentos de deshidratación con su correspondiente sensación de tirantez y falta de brillo.
¿Qué por qué te cuento ahora esto? Pues porque en la vida siempre es importante saber lo que provoca tus males para solucionarlos. Y es que una piel deshidratada es un estado transitorio que, con buenos productos, se puede revertir (¡bien!). Ahora es cuando cada persona con la que hables te contará su recetilla. Que si beber mucha agua, que si yogur, que si aceite de almendras, que si huevo… Hay muchos remedios caseros para evitar la pérdida de agua en la piel. A mi, siempre que pienso en hidratación intensa, me viene a la cabeza la glicerina. Cuando estaba embarazada, en la farmacia me hicieron un preparado que la contenía y ¡tuve la tripa más hidratada de España! Ni una sola estría. Por eso, los jabones de glicerina Lida parecen una gran solución para mi piel tirante y mate.
¿Qué es la glicerina?
Se trata de un producto natural (ya nos conoces, somos completamente fans de la cosmética natural) y de una marca con una historia muuuy larga (otra señal que nos inspira confianza). La glicerina es una sustancia de origen vegetal que cuenta con una propiedad llamada humectante, es decir, que absorbe y retiene el agua de la piel, justo lo que necesita una piel deshidratada. Pero no es el único poder de esta súper sustancia. La glicerina tiene también propiedades antibacterianas, sirve para tratar el acné o la dermatitis, previene la flacidez, tiene efecto calmante… Vamos, un lujazo de producto.
No obstante, este súper producto no debería trabajar solo… Hay muchos factores que podemos considerar responsables de la deshidratación de la piel. Los hay sobre los que no tenemos control como los trastornos hormonales, los emocionales o los ambientales pero también los hay sobre los que podemos (y debemos) trabajar. Beber agua habitualmente, evitar malos hábitos como el fumar o el exponerse demasiado al sol, comer grasas saludables como el pescado azul, el aguacate y los frutos secos… Todo ello contribuye a minimizar la deshidratación de nuestra piel.
Yo soy del equipo de piel seca, algo que no tiene solución, pero está claro que la sensación de piel deshidratada la puedo revertir y me pongo a ello porque una piel sin hidratación es una piel sin luminosidad, puede ser una piel irritada y con riesgo de rojeces, de picores, de descamación… Favorece la aparición de las arrugas y provoca esa sensación de tirantez que resulta realmente incómoda. En resumen, una piel deshidratada pierde vitalidad y el rostro aparece apagado. Si lo podemos evitar de forma natural, ¡vamos a ello! Agua, sardinas, anacardos y jabón de glicerina son nuestros aliados.