Tengo cáncer de pecho… y me voy a curar.

Hola. Me llamo Eva Rumbao, soy madre de dos y socia de una maravillosa web hecha con toooodo el cariño y que se llama yosilose. Además, tengo cáncer de pecho.

Así es. Reconozco que me ha costado un poco procesarlo pero ahora, tras ya más de tres meses de quimio, lo digo libremente. No es que no pudiese decirlo por pudor o por negación. Era más bien la impresión de que no iba conmigo.

No es la primera vez que me encuentro con este feo monstruo en mi vida, no. Mi padre murió de cáncer de pulmón, mis tíos han tenido todo el catálogo… pero siempre he sentido que no me iba a pasar a mi. Las entradas a los centros oncológicos de los hospitales me producían un pellizco en el estómago que me hacía acelerar el paso. Miraba con cierta compasión a los que entraban y salían de ellos y calentaba mi alma saber que estaba a salvo.

Por eso, cuando hace ya casi cuatro meses me dieron el «notición», algo en mi vida cambió para siempre. Pero, y aquí te hago spoiler, debo reconocer que ha sido para bien. A ver si soy capaz de plasmarlo en este post.

Me retrotraigo al momento cero para que pueda compartir contigo mi proceso mental… Una buena mañana de mayo, andaba yo desayunando tranquilamente cuando una fuerza invisible (e inexplicable, si me conocieses) me hizo notar un bulto en la axila izquierda. Y para acabar de aprovechar la energía de esa fuerza invisible, me acerqué a la ginecóloga rápidamente (nada de esto es propio de mi y por eso debo agradecerle tanto a la «fuerza»…). Me hicieron pruebas, claro, y fueron unos 15 días de espera tranquila y confiada (tenía mi revisión perfecta y estupenda del diciembre anterior).

El 2 de junio me dieron el diagnóstico. ¡Palazo monumental! Con todo el cariño -y demasiada mirada de compasión en mi opinión- me indicaron el camino a seguir. Encontrar un buen centro médico, hacerme un millón de pruebas para descartar células malignas circulando libremente por el resto de mi cuerpo y localizar el tamaño, el nombre y el apellido de mi mal… No te lo oculto: se pasa de pena durante todo este proceso. Fueron unos 20 días, no más, pero de angustia vital. Y es literal esta expresión. Es esa angustia que te hace recordar que eres mortal (yo muchas veces lo dudo, jajajajjaja), hacer recuento de posibles eventos que me podría perder, la cara de los míos cuando me despidiese… Angustia vital con mayúsculas.

Y por fin, el día de San Juan todo tenía su etiqueta. Eva estaba limpia en un 90%, sólo su pecho izquierdo estaba para tirar y ya teníamos todo el protocolo a seguir: mucha quimio primero, mastectomía total, radioterapia y un tratamiento hormonal que me acompañará durante muchos años.

Ya tenía el programa de baile completo.

Y es entonces cuando comienza el pensamiento positivo (mío y de toooodos los que me rodean): «todo lo que tiene solución es llevadero», «tú tienes la fuerza», «el cáncer de pecho tiene un índice de curación altísimo», «con un carácter como el tuyo, puedes hacerlo», «está chupao», «mi amiga lo ha pasado y ya está estupenda»… Tienen razón. Todos la tienen.

Pero de puertas a dentro, yo me quedo calva, se me caen las pestañas y las cejas, me implantan un portacath (maravilloso invento médico) que me deja un bulto en el escote y me duele el estómago… Y pienso, como me dicen día tras día, «esto no es importante». No lo es, cierto y verdad, pero yo convivo con ello todos los días. Te debo confesar que, cuando se me empezó a caer el pelo a puñados, pasé un fin de semana de horror y aquí lo cuento para que veas, en caso de que estés como yo, que te entiendo. Aunque, realmente, como me dicen día tras día, «no es importante».

(Veo que el párrafo anterior me ha quedado en pleno conflicto y lo dejo así con intención. Las preocupaciones estéticas fluyen por mi estado de ánimo con fuerzas opuestas).

Lo que es cierto es que, a nivel estético, hay soluciones para todo y tú y yo somos bonitas con pelo y sin él.

Verdad verdadera. Yo me he hecho con una peluca preciosa, de pelo natural, de mi mismo largo y con mi mismo color (en la foto de aquí arriba la llevo, ¿a que está preciosa?). Ha sido mi elección, no me apetecía cambiar de imagen justo en este momento. Pero también puede que te apetezca lanzarte con ese look que siempre soñaste.

Me maquillo más que nunca, llevo un microblading en las cejas que me tiene apasionada, jamás me he cuidado tanto la piel y el cutis como lo hago ahora, no me faltan los pendientes, me combino el turbante con la falda de padel cuando juego… y aunque yo me veo algo rara porque me doy cuenta de muchos detalles, los que me ven me dicen que estoy estupenda (lo pensarán o no pero yo me vengo arriba cuando me lo dicen).

Cada semana entro en mi centro oncológico y me dedico un rato a mi misma. Son unas tres horas de tratamiento en las que, como mucho, leo (gran libro el de La Trenza, ¿lo has leído?) o veo la tablet. En muchas ocasiones incluso me duermo una siesta. Hacía muchos años que no tenía ese tiempo para mi. Reconozco que acepto con cariño ese ratito. Desconecto y me cojo unas minivacaciones.

Y sé que todavía queda tiempo, pero ya hago planes sobre los peinados que me voy a hacer a medida que me vaya creciendo el pelo.

A mi este proceso me está aportando mucho. No lo elegiría de nuevo, faltaría más, pero le voy a sacar su jugo. Me ayuda a trabajar la mente en modo positivo constantemente. Cuando me desmaquillo y me veo en el espejo, me recito el mantra de «no es importante». Cuando tengo el estómago de vuelta, me recuerdo que ya queda menos…

Y cuando mi móvil se queda bloqueado de mensajes de cariño, de ánimo y de interés… muero de amor. Cada lunes voy a la sesión en un mar de mensajes de «ánimo, valiente», «sólo te quedan 8, «vamos a por la cuarta»… Muero de amor, insisto.

Este capítulo negro de mi vida me ha dado una nueva visión de mi: puedo con ello, soy fuerte y estoy rodeada de gente a la que le importo. Pilares importantes ¡Ahí es nada!

No pretendo dar fórmulas mágicas. Tampoco ser un ejemplo de nada. Sólo busco contarte mi experiencia. Y si estás en mi caso, animarte. Es verdad que tienes todo el derecho a ponerte triste de vez en cuando pero cuando lo hagas, piensa ¿qué me va a aportar? Y si es un desahogo, adelante, pero ponle un límite.

Marca un calendario con tus sesiones, ve tachando. El tiempo limitado se puede representar y la mejor forma es así. Cada paso celébralo como un hito porque te lleva hasta la meta.

Este 19 de octubre es el Día Internacional del Cáncer de Mama pero para mi, todos los días lo son. Tengo cáncer de pecho y tengo suerte, porque vivo en un país y en un tiempo en el que tiene cura. Y yo me voy a curar. Apoyemos este día y cualquier iniciativa que facilite la investigación para que seamos cada vez más las que podamos afirmar rotundamente que nos vamos a curar.

Por tu parte, y aunque te suene a cantinela manida, no dejes tus revisiones periódicas y tampoco ningunees cualquier alerta de tu cuerpo que pueda ser sospechosa…

Soy Eva Rumbao y tengo cáncer de pecho, pero me voy a curar.