Qué puedes encontrar…
El Corralón era una antiguo pajar hoy reconvertido en restaurante. Dividido en tres zonas, la terraza, la sala de abajo con la chimenea y la buhardilla, todo con una decoración rústica, conserva las antiguas vigas de madera y las paredes de piedra que le dan un aspecto muy acogedor. Su carta es muy cortita y por eso siempre te ofrecen algún plato fuera de ella. A nosotros nos tocó rabo de toro, que estaba exquisito. Además, probamos sopa de cocido, sopa castellana, pastel de pescado, cochinillo, un tiernísimo cabrito, lubina y unas impresionantes chuletitas de lechal, terminando con puding y leche merengada.

Lo mejor…
La sencillez de su comida (¡Qué agradable!). Todo delicioso y de una calidad excelente. Ah! y la posibilidad de plan completo.

Siempre hay alguna pega…
Muy importante es reservar pues sólo abren los fines de semana y siempre está a tope.

Apunte Yosílosé…
El Corralón es ideal para ir el día de la madre, para celebrar el cumple de un abuelo, para darte un pequeño homenaje con tus hijos… Nosotros fuimos con nuestros niños y, aunque no hay payasos aunque si menú infantil, disfrutamos mucho, pues como véis su carta se adapta perfectamente a ellos. Además, tienen como aliciente salir después a dar un paseo alrededor del embalse de Pinilla, que está cruzando un pequeño camino justo enfrente de El Corralón.

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