Qué puedes encontrar…

La segunda taberna más antigua de Madrid. Así de contundente. Se trata de una preciosa y castiza casa de comidas con paredes de azulejos, mesas de madera y vajillas y cuberterías antiguas traídas desde Francia que refuerzan esa sensación de viaje en el tiempo. De hecho, la Carmencita nació en 1854 y ha pasado por diversas manos hasta las que ahora están al frente que proceden de Cantabria y que cuentan también en Madrid con ideas tan maravillosas como Celso y Manolo y El Súper de los Pastores.

La cocina es non stop y cuenta con propuestas súper apetecibles. Hay entrantes calientes como croquetas de chistorra, rabas de Santander o taquitos de quesos empanados; entrantes fríos como Ensaladilla Imperial de La Carmencita; pucheros y platos clásicos y geniales como la albóndigas con salsa rubia, los macarrones gratinados con chorizo, los filetes rusos o el pollo en pepitoria. Arroces, huevos con chorizo, con morcilla o con jamón. Verduras ecológicas (deliciosas la alcachofas fritas). Carne y pescado cántabros rematan la oferta. Y postres caseros para salir con un buen sabor de boca.

Y todo ello se elabora con productos ecológicos de primera.

Lo mejor…

La combinación entre lo castizo del local y del vermut y los aires cántabros de su cocina nos encanta. Esa sensación de viaje en el tiempo es para experimentar. Y la ubicación es genial.

Siempre hay una pega…

Es bueno reservar porque es un local pequeñito.

Apunte Yosílosé…

Hemos estado cenando temprano. La idea de que haya cocina todo el rato nos gusta muchísimo porque acoge a todo tipo de momentos.

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