Islandia
Un maravilloso viaje en familia, recorrido, consejos y más para disfrutarlo al máximo

Islandia es un país especial, muy diferente a todo lo que conoces hasta ahora y que nos ha enamorado. Aquí hablamos de un buen itinerario, cómo prepararlo y algunos consejos prácticos con la idea de que tengas otra opinión a la hora de preparar tu viaje. Y es que lo primero que nos sorprendió cuando comenzamos a organizar estas vacaciones es la cantidad de gente que ya ha visitado Islandia y la cantidad de blogs y guías muy bien documentados que nos han ayudado a no meter la pata. Aquí va otra visión, la nuestra, que puede aportar a la que vayas componiendo tú.
Islandia es, en esencia, un país muy especial. Cuenta con muy pocos habitantes, unos 350.000, que viven mayoritariamente en Reykiavik. De hecho, la segunda ciudad del país, Akureyri no llega a los 20.000. La presencia humana en la isla data del siglo IX y procedía de Noruega. El país ha sido noruego durante gran parte de su historia. Los islandeses son personas abiertas, cultas, muy viajadas. Son gente recta y honrada con un bajo nivel de delincuencia. En los meses de verano, reciben un número de turistas brutal que multiplica por 5 la población por lo que, al final, con quien charlaréis (el camarero, el de la tienda de souvenirs…) es muy probable que sea italiano o español porque, lógicamente, contratan a mucho personal para esa temporada.

Para preparar en detalle el viaje, es bueno contar con buenos libros en los que encontrar mucho sobre el destino. Nosotras recomendamos dos libros encarecidamente. El primero es un básico, la guía de Lonely Planet que encontramos muy bien explicada y bien estructurada. No te olvides de acompañarla de un buen mapa de carreteras para ir ubicando las etapas.
El segundo es La Isla Secreta de Xavier Moret. ¡Apasionante! En él, el escritor narra de forma sencilla, las semanas que estuvo viviendo en Islandia y sus charlas con amigos islandeses y con amigos de amigos. En esta novela se cuenta muy bien cómo son los habitantes. Habla de su honradez, de su forma de vida, cuenta episodios bien interesantes de la historia del país, sus costumbres… Y es que el país es lo que es por su clima, su historia, por la escasez de su población… y todo ello te hace comprender mejor lo que visitas.
Islandia tiene una superficie similar a la portuguesa pero sólo el litoral es transitable. El centro del país está compuesto de un enorme glaciar y muchos volcanes que convierten a la zona en bastante inaccesible. De hecho, hay numerosas carreteras que sólo son accesibles para todoterrenos. Si quieres conocer el centro del país, debes alquilar un coche adecuado o contratar una empresa que te lleve hasta allí.
El litoral cuenta con una gran carretera, la Ring Road, que circula el litoral. Nosotros la recorrimos por completo. Unos 12 días útiles en los que dimos la vuelta entera a la isla y nos vimos obligados a saltarnos algunos de los puntos de interés que Lonely Planet nos había recomendado porque no nos daba tiempo. Así que no echamos de menos el centro de país.
Y es que Islandia es un país perfecto para visitarlo con calma. Y no me refiero a muchos días, que si los tienes genial, sino a deleitarse en cada parada. Es un país para pasar tiempo contemplando una cascada, un acantilado, un iceberg o una playa negra si el cuerpo así te lo pide.

El círculo que forma la Ring Road puede recorrerse en el sentido de las agujas del reloj o al revés. Si consultas opiniones, hay de todo tipo pero suelen ganar las de hacerlo al revés. Con esto lo que ganas es dedicarle más tiempo y energía a lo más significativo de la isla que está al sur y es lo primero que te encuentras cuando sales de Reykiavic. Es un argumento realmente válido. De hecho, si haces un viaje a Islandia y crees que no te va a dar tiempo a dar la vuelta completa, comienza por el sur.
Pues dicho esto, te diré que nosotros no lo hicimos así. Dejamos el sur para lo último y estamos contentos con esta decisión. Realmente lo que condicionó este itinerario fue el barco a Grimsey, una isla perteneciente a Islandia y que se encuentra en el Círculo Polar Ártico. El ferry sólo salía en determinados días y para encajar la visita, tuvimos que comenzar viajando hacia el norte.
Otra decisión importante que debes tomar cuando planeas un viaje a Islandia es si te va a dar tiempo, o no, a adentrarte a las penínsulas del oeste, Snaefellsnes e Isafjördur. Debes tener en cuenta que, dadas las carreteras islandesas y que estas zonas quedan fuera de la Ring Road, tardas un día en entrar y un día en salir de la primera (mucho más de la segunda porque es más extensa y sinuosa). Por ese motivo, y con mucho dolor de corazón, renunciamos a visitarlas.
Una vez tomamos esas decisiones, el itinerario se fue haciendo sólo. Unos 300 kilómetros diarios era nuestra media. Nuestro medio de transporte era una autocaravana maravillosa que nos proporcionaba un medio de transporte genial, una casa en todo momento y la flexibilidad que requeríamos (luego entro en el tema del alquiler de la autocaravana para l@s que estéis interesad@s).
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Aquí va la crónica esquemática de nuestro viaje. Día por día.
Día 1: Reykjavik.

La capital de Islandia es una ciudad pequeña, con mucha marcha en verano, una calle central llena de tiendas y cafés, buenos restaurantes y algunos puntos de interés. Realmente se puede visitar en un día pero nosotros estuvimos dos. La vivimos tranquilamente, la pateamos en profundidad y vivimos experiencias allí.
El primer día visitamos el centro de arte “Harpa”, un edificio espectacular de cristal y vistas maravillosas. Comimos un perrito caliente en un sitio famoso porque Bill Clinton hizo un gran comentario, Bæjarins Beztu Pylsur. Visitamos un mercadillo de segunda mano al lado del puerto que nos recordó un poco a los de Candem y visitamos la famosa Faloteca, un museo bastante curioso aunque algo desagradable. Acabamos el día visitando la Iglesia protestante Hallgrímskirkja o catedral de Reykjavik que parece un cohete espacial. Por dentro es bastante austera, pero subimos y desde allí se aprecian buenas vistas de la ciudad.
Con tanta ida y venida, pateamos por el distrito 101 de Reykjavik, que es el lugar “molón” de la capital donde turistas y hipsters locales pasean en armonía y finalizamos el día en un buen restaurante, el Laekjarbrekka (ya cerrado) en el que probamos la ballena y la crema de langosta.
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Día 2: Continuamos en Reykjavik

Visitamos el Museo Perlan. Es un centro interactivo e interesante que explica, de forma didáctica, los principales aspectos de la geología de Islandia. La visita se completa con un paseo por un glaciar artificial que resulta interesante porque explican cómo se forma. Con una temperatura de 10 grados, nos proporcionaron (menos mal!) unos abrigos en la entrada para hacer el recorrido. Muy interesante para los niños.
A la hora de comer, fuimos a uno de los restaurantes marineros del puerto de Reykjavik. Disfrutamos de una riquísima crema de langosta y brochetas de pescado.
La tarde la pasamos en la piscina pública Laugardalslaug. Y es que la vida social de los islandeses tiene lugar en las piscinas. Todas son de agua caliente pero al aire libre por lo que el frío desde el vestuario hasta entrar al agua no te lo evita nadie. Esta piscina contaba con toboganes y muchísimos oriundos. Fue una experiencia estupenda y divertida de inmersión islandesa.
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Día 3: El Círculo Dorado, es decir, Thingvellir-Geyser-Gulfoss

Pasamos casi toda la mañana en la recogida de nuestra querida autocaravana. Hay que recibir un pequeño cursillo sobre las carreteras islandesas, algunas instrucciones sobre desagües y niveles de agua, revisar todo el vehículo… Después nos tocó hacer la compra y comer algo. Los supermercados en Islandia son caros. El más económico se llama Bonus y cerca de la capital encuentras varios.
Ya con provisiones, nos dirigimos hacia el Parque Natural de Thigvellir, el punto de mayor interés turístico de todo el país. El parque, impacta. Andar por la falla que separa la placa Americana de la Euroasiática confiere al turista una dimensión “geológica”. El lugar es, además, histórico puesto que en él los primeros habitantes de la isla organizaron su Parlamento. Posteriormente, Thingvellir ha sido escenario de numerosos actos históricos como la celebración de su independencia en el siglo XX.
Desde allí, visitamos la zona de “geyseres” con el que da el nombre al fenómeno, Geyser, que lleva tiempo inactivo, y su vecino Strokkur, que es bastante más movido y que cada 5 minutos nos obsequia con su particular chorro para deleite de los allí presentes.
Terminamos el día en la catarata Gulfoss, que es realmente impresionante, con su doble salto de agua y su caudal tan abundante. Era ya muy tarde pero, entre que en verano oscurece tardísimo y que la autocaravana nos daba toda la flexibilidad de horarios, no nos importó.
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Día 4: El cráter de Kerid, el fiordo de Borgarde y piscinas termales de Deildartunguhver

Ese día empezamos por la visita al cráter Kerid. Con su agua turquesa y amplia gama de colores terrosos, nos resultó realmente pintoresco.
Siguiente parada, camino hacia el norte, el fiordo de Borgarnes. Llegamos allí tras atravesar un larguísimo túnel bajo el agua. Comimos en esta ciudad, en un restaurante estupendo, Englendingavik, en el que disfrutamos de un rico goulash de cordero y una pasta con pollo y con marisco estupendísima. Había, además, un pequeño museo de juguetes antiguos.
La tarde la pasamos en las piscinas termales de Deildartunguhver, que son famosas por ser la más caudalosas de Europa. Un precioso spa llamado Krauma, lleno de glamour con pozas a distintas temperaturas.
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Día 5: Una granja de caballos en Hvammstangi y Akureyri.

Los caballos islandeses son otro de los aspectos únicos de la isla. Los crían con esmero y son una raza autóctona que no encontraremos en otro país. Una raza de caballos bajitos (no son ponys) y muy fuertes. Ese día los conocimos en detalle, en una granja de caballos que además de cría, realizaba exhibiciones. Se llama Gauksmyri y es de lo más recomendable.
Por la tarde, conocimos Akureyri. Es la segunda ciudad más grande de Islandia y centro neurálgico del norte de la isla. Cuenta con una iglesia que tiene una fachada curiosa y un órgano enorme.
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Día 6: Un día en Grimsey.

Mañana ideal para conocer el Círculo Polar Ártico. Teníamos ya las entradas compradas para el barco (busca Ferry a Grimsey y encontrarás distintas webs) porque no son muchas las plazas y se agotan en esta época del año. A pesar de que el día era tranquilo, en la cubierta del barco hacía muchísimo frío y sólo los valientes que aguantaron tuvieron la recompensa de ver ballenas, incluso con doble salto.
Tras unas 3 horas de viaje, llegamos a Grimsey. Esta isla se encuentra a unas 18 millas náuticas de la costa islandesa norte (40 kms) y es el único punto de Islandia por donde pasa el paralelo 66º que marca la frontera del Círculo Polar Ártico. Es un paraíso de aves. Por un lado los preciosos y fotogénicos frailecillos. Por otro, unos que “atacan” cuando presienten que sus crías corren peligro. Baste decir que pudimos revivir una escena de “Los pájaros” de Hitchcock.
La isla es perfectamente “caminable” en las 6 horas que te permite la llegada y el regreso del ferry.
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Día 7: Visita a Husavik, el lago Myvatn y Dettifoss

Husavik es conocido por ser un pueblecito pesquero de ballenas. De hecho, tal vez sea el mejor sitio para el avistamiento de cetáceos. Yo diría que es el pueblo más bonito de Islandia. Allí dimos un paseo y desayunamos. No nos dio tiempo a ver su museo de ballenas (tendremos que volver;)
Luego fuimos al Lago Myvatn, que forma un conjunto espectacular de lagos, volcanes y pequeños cráteres. Ah! Y cientos de moscas que pudimos contener a base de unas redecillas en la cabeza que compramos en internet y que fueron una gran inversión. Luego visitamos el centro termal que llaman el “Blue Lagoon del norte”. Más salvaje que el del sur y mucho más barato, lo disfrutamos durante unas cuantas horas e, incluso, comimos allí.
Por la tarde, dimos la vuelta a la montaña y apareció delante de nuestras narices un terreno yermo, repleto de aguas sulfurosas, fumarolas y lodos grises burbujeantes que parecían salidos de una entrega de Star Wars. Es Hverir y nunca habíamos visto nada parecido.
Cerramos el día con la visita a Dettifoss, el salto de agua más caudaloso de Europa.
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Día 8: Hacia los fiordos del Este, Seydisfjordur.

Ese día estaba destinado a recorrer los fiordos del Este. Egilsstaðir es la capital de la zona pero no merece demasiado la pena. Seguimos adelante y visitamos el primer fiordo, que es el que se encuentra más al norte y que cuenta con un pueblito que merece la pena visitar: Seydisfjordur.
El día era magnífico. De hecho comimos en terraza en manga corta. Visitamos una iglesia azul y varias casitas pintadas de colores llamativos que lucían brillantes en un día tan soleado. El pueblo cuenta con unos artistas “pop” que tienen los jardines de su casa decorados con motivos ochenteros realizados con material reciclado. Muy curioso.
Por la tarde visitamos dos cataratas de la zona, de las que no aparecen en las guías pero que a los españoles nos dejan boquiabiertos. Tras esta visita, partimos con destino a Höfn, en el Sureste del país por el camino más corto y, a la vez, más complicado pero que, sin duda, mereció la pena. Acantilados y desolación en un lugar donde la naturaleza nos hicieron sentirnos bien pequeños.
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Día 9: La laguna de Jokulrsalon y Skaftafell.

Para ese día conseguimos reservar con antelación una excursión en zodiac entre icebergs que nos habían recomendado. Es algo a hacer con antelación porque se acaban las plazas. De hecho, nosotros visitamos una de las cinco lagunas secundarias, no la principal para la que ya no quedaban plazas. La visita fue impresionante. El glaciar Vatnajokull a dos pasos, visto desde la laguna. El Parque Nacional de Vatnajokull tiene, además, numerosas actividades y excrusiones para todos los gustos siempre alrededor del hielo del glaciar.
Una vez abandonada la lancha, nos encaminamos a la laguna principal, Jökulsàrlon, en la que los icebergs flotan durante un tiempo hasta que se dirigen por la desembocadura del río al mar. Allí nos encontramos con uno de los paisajes más extraños que hemos visto nunca, la playa con su arena negra plagada de enormes bloques de hielo ofrecía un espectáculo un poco surrealista.
Por la tarde llegamos al Parque Natural de Skaftafell, donde tras una caminata de casi una hora, llegamos a la catarata de Svartifoss, conocida no tanto por su salto de agua sino por las columnas de basalto que flanquean la catarata.
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Día 10: La playa negra de Reynisfjara, Skogar, Skogafoss y Seljalandsfoss

La playa de Reynisfjara es espectacular con su arena negra, sus acantilados de aves y sus rocas con “trolls” en un extremo. De hecho, los japoneses vienen a hacerse sus retratos de boda aprovechando el fondo gris oscuro de las columnas de basalto de los acantilados.
Tras pasar la mañana allí, nos dirigimos a la catarata de Skogafoss aunque, antes de la visita, decidimos visitar el museo de Skogar. Este museo es interesante porque muestra todo tipo de artículos de la vida cotidiana de los islandeses a lo largo de la historia más reciente. Cuenta con un pueblo rehabilitado con todas sus casas, menajes y mobiliario: una granja, una escuela, una iglesia…
La cascada de Skogafoss es un salto de agua de unos 45 metros bastante caudaloso al que nos acercamos muchísimo bien equipados con nuestros ponchos pero, aún así, nos calamos enteros.
Desde ahí nos acercamos a otra cascada pintoresca: Seljalandsfoss. Esta cascada tiene acceso por la parte trasera y resulta genial para fotos instagramers.
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Día 11: Lava Center y Reykjadalur.

Ese día decidimos tomárnoslo con más calma y visitamos, en primer lugar, el Lava Center. Se trata de un museo explicativo de la actividad volcánica de la isla y está maravillosamente explicado para todas las edades.
Por la tarde aprovechamos para bañarnos en las fuentes termales de Reykjadalur. El camino a las fuentes o subida es duro pero vale la pena: una vez en la cumbre, divisamos el espacio de baños, un arroyo que baja a temperatura de 38 grados. Y allí fuimos sin dudarlo. Bañarse en un río caliente fue una de las experiencias más originales que vivimos este verano. Recomiendan no salir del sendero marcado porque te puedes quedar sin zapatos ya que el terreno está muy caliente.
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Día 12: Relax en Blue Lagoon.

Último día en Islandia. Entre que teníamos que dejar la autocaravana y el aeropuerto, pensamos que la mejor alternativa era pasar el día en el Blue Lagoon. Se trata de una de las 25 maravillas del mundo: rodeados de lava, la laguna aprovisiona agua del mar que se filtra a 240 grados a 2000 metros de profundidad. El agua cuando asciende coge silicatos que son los que le dan ese color azul tan característico- casi tropical-, y en su proceso de ascenso se va enfriando para salir finalmente a 38 grados.
Esta es la otra excursión que requiere reserva previa. Son muchos los turistas que quieren conocer este baño tan especial. Puedes contratar distintas modalidades dependiendo del grado de glamour que quieras para tu visita. Nosotros nos decantamos por una estancia normal pero con comida ya que era nuestro último día.
Recomendaciones para tu viaje
1.- Autocaravana. Si te animas a viajar como nosotros debes saber que McRent Islandia es directamente el propietario de las autocaravanas con lo que el alquiler te puede salir más barato.

2.- Campings. Hay muchísimos. Prácticamente en cada pueblo. Era muy fácil encontrarlos por internet y no pre-reservamos ninguno. No suelen tener hora de entrada pero conviene consultar esto primero. Los campings cierran a finales de octubre generalmente y vuelven a abrir entre abril y mayo por lo que la opción de viaje sólo te vale en verano.
3.- Si vas como nosotros, en agosto, NO verás auroras boreales porque son un fenómeno procedente del frío.
4.- Todo islandés que encuentres hablará inglés a la perfección y con un acento maravilloso porque lo que es fácil entenderse.
5.- Hay muy buena cobertura para los móviles en todo el litoral. Pudimos utilizar internet para localizar campings, supermercados o restaurantes en todo momento.
6.- Es muuuy caro. Así es. La caravana abarata algo el plan porque al menos, haces alguna comida casera, pero cuenta que los 30 euros por cubierto de media no te los quita nadie.
7.- Visítalo con calma. Dedícale tiempo a las paradas. No planifiques más de 250-300 kilómetros por etapa para que puedas explayarte en cada lugar.
8.- Lleva el bañador (varios, de hecho) porque el plan de piscina surge en cada rincón. En las piscinas hay obligación de bañarse antes y después del baño por lo que no vayas con aprensión. ¡No has estado en una piscina más limpia en la vida!
9.- Admira el color. Los islandeses saben de la poca luz que tienen y el clima tan gris y lo compensan con el colorido brutal en sus edificios. Prepara la cámara para volverte loc@!
10.- Recuerda eso: allí todo lo que vas a ver es naturaleza pura. La seguridad, en ocasiones, corre de parte de tu sentido común.

Así termina nuestro viaje. Islandia es un país maravilloso con unos paisajes únicos. ¡Volveremos seguro!
Pd.- Quiero hacer mención especial aquí a mi primo. Con él y su maravillosa familia compartimos esta estupenda aventura y es el que me ha prestado algunas de sus fotos espectaculares y me ha dado muy “masticada” la estructura de nuestro itinerario.
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